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Ricardo Plank | Literatura



Ricardo E. Plank, es Analista de Sistemas, Técnico de profesión pero además es un destacado escritor santafesino. Con una narrativa notoria pintó paginas de su Laguna Paiva o de sus seres más queridos o entrañables. Un escritor ingenioso. Les hace juegos a los lectores, a veces nos puede sumergir en medio de universos literarios y técnicos, entre realistas y fantásticos. Sin lugar a dudas, realiza una escritura de paisaje, testimonial, y puede comenzar por algún elemento, u hecho, de la cotidianeidad y volverse completamente inquietante por la fantasía. Es un juego que propone con sus letras tan rica en recursos literarios. Reniega de muchas clasificaciones, rótulos o etiquetas. Ricardo promociona con dedicación sus relatos en You Tube, pero es un escritor que en los encuentros literarios anuncia "leeré un cuento que no es corto" como si eso importara, él sabe como mantenerte atento, curioso. Es autodidacta. Sus historias y su estilo se han ido desarrollando con mucha práctica y lectura previa. Es Hábil con  los recursos literarios y con la puesta en marcha de ese ingenio, y también con el uso de su sentido del humor, ha creado textos muy bien logrados, que se disfrutan y cautivan. Leer a Plank es adentrarse en laberintos literarios de saberes técnicos y nostalgias, la experiencia de lectura te lleva en direcciones sorpresivas, y cuando sorteas los corredores ya no serás igual. Es un placer conocer su obra, y un honor que sea parte de la Galería "Cohen Art Santa Fe" 2 020.


BIO Y RUTA | Esencial, en primera persona.

"RICARDO E. PLANK: ¿ESCRITOR?

Trataré de responder. Primero, algunos datos biográficos para contextualizar. Me dicen que nací en Santa Fe en 1959: yo no recuerdo ese hecho, pero me han dado una fotocopia de un acta que le daría validez a la afirmación. Mis raíces me sitúan en Laguna Paiva, dónde transcurrió mi primera infancia. Allí disfruté de mis abuelos, tíos, tíos- abuelos, primos, primos segundos, primos-tíos e innumerables amigos. Mudados mis padres a Santa Fe, tuve que enfrentar una etapa muy difícil: ir a la escuela y disputar el territorio del hogar con dos hermanas y un hermano. Antes de que la Patria me convocase por más de un año para trabajar de soldado, soñé con conocer el mundo, enamorarme, ser un científico, entender los universo y las razones por las que vivimos, llenar mi casa de libros y comprarme una cámara fotográfica réflex. 

Para ganarme la vida me recibí de Técnico Mecánico Electricista, primero, y de Analista Universitario de Sistemas, después. Así fue que desde 1982 ejerzo la profesión informática, la que me permitió ser jefe de centros de cómputos de empresas privadas y en el ámbito público. Combatiendo virus, trajinando sistemas operativos, aprendiendo lenguajes de programación, modelando sistemas y desarrollando aplicaciones, fui reconocido como "el chico de la computadora” (y en estos últimos años soy todo un Profesional Principal en el Centro Científico Tecnológico del Conicet de Santa Fe).

Con el paso del tiempo, muchas de mis aspiraciones se cumplieron: me enamoré y me casé con mi única esposa, tengo tres hijos varones, dos nietes, un gato, una bici, una Nikon, mil ochocientos veintitrés libros, una notebook y un tallercito en el fondo de mi casa con pinzas, tenazas, martillo, cables y un calibre. Nadé en el Nilo, entré en una pirámide y en el Cabildo, conocí La Habana, Cuzco, Berlín, París, Desvío Arijón, Moscú, Londres en Catamarca, Helsinki, Mattersburg, Estambul y Nueva York, recorrí buena parte de la ruta 40 y presencié la final de la Copa Sudamericana en Asunción, en noviembre de 2019. En resumen, pisé como treinta países distintos. Planté árboles y muchas aromáticas. Etcétera.

Aporto ahora una breve biografía, según datos que extraje de la Wikipedia —más adelante se entenderá el motivo—: Richard Johannes Ernst von Planken (1442-?) fue un destacado astrólogo, alquimista, polígrafo, teólogo y cocinero. Nació en Dunkelsdorf, una pequeña comarca que por entonces alternaba su pertenencia entre el Reino de Dinamarca y el Sacro Imperio Romano Germánico. Fundó una sociedad secreta de la que nunca develó su nombre, alcances, objetivos, intereses e integrantes. Antes de desaparecer de Europa, compiló sus conocimientos en el misterioso “Ómnibum”, un incunable que, entre otros arcanos, revelaba las técnicas prohibidas de la levitación, la clonación de animales, los viajes espacio-temporales a través de la séptima dimensión y la preparación del caramelo de leche hervida, conocido en la Argentina como “dulce de leche”. En 1490 la Inquisición Romana incluyó este grimorio en el Index librorum prohibitorum y condenó a von Planken a perecer en la hoguera. Los escasos ejemplares de ese libro fueron carbonizados por el Santo Oficio, pero el monje prusiano-danés nunca pudo ser apresado para concretar su ejecución. Algunos historiadores especulan que se embarcó como marinero de La Pinta y que abandonó la tripulación una vez llegado a Las Indias, en la primera expedición de Cristóbal Colón.

En 1970, mi tío Chacho Díaz me comentó la existencia de un libro de ese mismo nombre (Ómnibum) en la Biblioteca Alberdi de Laguna Paiva. No valoré la importancia de esa revelación, pues para ese entonces mis intereses culturales señalaban hacia el Patoruzito, Tarzán, Robinson Crusoe y Tom Sawyer, despreciando los conocimientos ocultos tanto como al análisis sintáctico de oraciones y la suma de fracciones. Además, mi tío tenía fama de bolacero.

Cuarenta y cinco años después, concurrí por primera vez a un taller literario, el “Quo Vadis?”, dónde la sabiduría del Maestro Rojo (Nicolás) cautivó mi intelecto. Si bien ya contaba con algunos antecedentes en la elaboración de narraciones —la seño Emilia incluyó tres párrafos de mi composición “La casita de Tucumán” en la Gaceta de la Escuela Drago, cuando yo cursaba el tercer grado—, el Maestro consiguió despertar en mí una vocación que permanecía oculta: la gramática. Sus enseñanzas me ayudaron a valorar la concordancia entre el sujeto y el predicado, a apreciar la riqueza del lenguaje, a conjugar los verbos en el tiempo adecuado al relato, a admirar aún más a Borges, Cortázar, Sábato, Fontanarrosa y Dolina, e incluso a redactar algunas ficciones de mi propia invención. No así a comprender las poesías modernas. 

Como es habitual en la trayectoria de muchos escritores, mis primeros relatos fueron autobiográficos y no levantaban vuelo: “Mi vecino el verdulero”, “Mis tíos de Paiva”, “Ojalá se muera el Cabo Primero Galarza”, ”La hermosa amistad entre mi perro y mi gato”. Pero un día salté de etapa y escribí “Llegando”, un cuento que referencia a mi abuelo inmigrante. Para probar suerte lo presenté al certamen “Gastón Gori” y obtuve una mención que festejé como un premio Nobel. Mi amigo Gustavo Farabollini me explicaría, una vez publicado mi primer libro —titulado de igual manera—, sobre la baja calificación que merece en el paladar literario refinado el uso de los gerundios, los adverbios finalizados en “mente” y los lugares comunes, tachando vehementemente todos los textos que sometí a su valoración. Sin embargo, obtuve otras distinciones y decidí publicar un segundo libro. Pero antes, debía escribirlo.

Enero de 2017, cuando colaboré en los festejos del aniversario de la Estación de Trenes de Laguna Paiva, habría de ser un mes crucial para definir el rumbo de mi carrera narrativa. No sólo porque con motivo de esas actividades descubrí los documentos que vinculan a Jorge Luis Borges con mi bisabuelo Bruno Baranosky, en la visita del joven escritor al pueblo que conducía mi ancestro, datada en 1938 —hechos que relato en mi informe “Boleto con infinito”—, sino porque después de una de las reuniones de la comisión organizativa, encontré el “Ómnibum” de von Planken en la Biblioteca. Por mi ignorancia coetánea, creí que ese hallazgo fue casual. Desde entonces dediqué todo el tiempo que me fue posible a desencriptarlo y traducirlo, estudié varias de las disciplinas compendiadas, practiqué algunas y evité otras. Mucho de ese know-how lo apliqué al desarrollo de mi labor literaria. Las revelaciones divinas, las interrupciones en la continuidad de la realidad que encubren los sinéfteres, el revés de los alephs, las ráfagas de cosmitos, la trampa recursiva de la Fixión, los viajes musicales, y en definitiva, casi todos los temas con los que elaboré “Los ensueños de los dioses numerados” —publicado en 2019—, surgieron desde ese verano.

Debo a las inspiraciones del Maestro Rojo, a las sugerencias de Farabollini, a los conjuros de von Planken, y a la revisión de mi esposa y de muchos amigos, las distinciones que obtuvieron algunos de mis relatos.

Durante la pandemia del 2020 logré levitar 3 centímetros, y además, entreví en el manual que me obsesiona una señal difusa, una secuencia que aún estoy deshilvanando:

¿Será la llave para el pasadizo que tira de cada sinéfter? ¿La refutación de la teoría de cuerdas? ¿El ensamble entre la relatividad y la mecánica cuántica? Pero de allí también surgieron nuevos interrogantes: ¿Cómo llegó el grimorio a la Biblioteca? ¿Dónde se ocultó von Planken? ¿Qué fue de su vida? ¿Es posible que alguna manifestación de su ser aún conviva entre nosotros? ¿Quién es el que susurra argumentos en mis sueños febriles? ¿Es posible clonar —o parasitar— la siquis de un hombre común y convertirlo en escritor? ¿Qué faceta extraña encubre mi genoma? Si Dios 3101959 me concede la inmunidad al COVID-19, y otras bendiciones que le he requerido, en 2021 haré una pausa en este enorme trabajo, y publicaré la primera parte del “Ómnibum”."

EXTRACTO | Algunos de sus Premios y Publicaciones 

cuento "Anclar el tiempo", que obtuvo el segundo premio en el Certamen de Prosa y Poesía "Prof. Oscar Grandov" del Rotary Club de San Genaro. 12Ed. 2018.

Cuento "Ajedrez" obtiene el Tercer Premio del Certamen Nacional de Cuento Breve "Gastón Gori" 2019. ACTA: "En la ciudad de Santa Fe, a los veintitrés días del mes de agosto de 2019, se reúne el jurado encargado de dirimir los premios del Certamen Nacional de Cuento Breve “Gastón Gori”, edición 2019, organizado por la Sociedad Argentina de Escritores Santa Fe, integrado por las escritoras, Elsa Pomi, María Hortensia Oliva, Norma Battu. En representación de la entidad organizadora actúa como coordinadora la escritora María Elena Mazzei.

Llegando. (Cuentos). 2016.

Los ensueños de los dioses numerados. (Veinticuentos y un sinéfter). 2019.

Cuento "Hola Moni". Tercer Premio de selección en el Certámen Literario "Luis B. Negretti" de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) Filial Junín. 2020.


EXTRA | Cuentos, Audios y visuales 

YOU TUBE:

Los ojos de Bette Davis

Llegando

Sara en calesita

Orejas de tomate

La última noche. Interpretado por Toty Gómez

TIENDA:

Los ensueños de los dioses numerados

Llegando

Sobre "Llegando": "Y contar historias es sin dudas el destino literario de Ricardo Plank, que nutrido de los elementos que el siglo XXI pone en sus manos, se embarca en el ojo eterno del universo para hacernos saber que su mirada narrativa será de ver y respetar.

Sus elementos discursivos abarcan diferentes matices, pero hay uno en particular que se establece como una marca de autor, y me refiero con esto a los remates, donde las dimensiones se olvidan y lo fantástico genera una nueva reflexión sobre la historia…" (Nicolás Rojo)

En reseña de "Llegando": "Recomiendo su lectura, porque en ella en algún punto nos podemos encontrar, nos atraviese su antaño pero también su contemporaneidad y porque no con proyección futura… todo es cíclico. La recomiendo para entretenerse, relajarse, disfrutar, reír y para emocionarse también." (Blog "Tintagrama Literario")

Reseña de "Llegando en "Tintagrama Literario"


CONTACTO | Blog y redes sociales

BLOG: Ricardo Plank - Escritor. Info, textos y mucho más para seguir conociendo al autor.

FACEBOOK: Ricardo E. Plank - Escritor


Ricardo Plank es un arquitecto literario, nos ofrece una escritura sencilla pero con la complejidad necesaria para que la experiencia de lectura sea inolvidable, en algún punto te llega, te transforma. Esa estructura literaria, que involucra muros de recuerdos, anécdotas y saberes aprendidos, nos propone lo que básicamente todo lector busca en un texto: conmoción. Sin dudas Ricardo es hábil en su oficio para poder lograrlo, prueba de ello es este articulo de "Cohen", en donde el escritor, con ingenio y arte, nos lleva justamente por un viaje en esos maravillosos laberintos literarios. Puede decirse que en su obra podremos disfrutar de la ficción y la realidad conjugadas con estilo propio. 

Esperamos hayan disfrutado el presente artículo, si es así los invitamos a dejarnos su #MeGusta, #Reacción y/o/a darle #compartir en sus redes sociales para difundir nuestro trabajo, pero sobre todas las cosas para darle promoción a la obra de Ricardo. Le queda mucho por contar. ¡Buena vida luchadores!

Comentarios

  1. Querido Leonel: ya no te quiero. Te advertí sobre el 36, y no me creíste. Peor aún: me adjudicaste la cifra prohibida. Y ahora resulta que arrojas impunemente mi nombre al vano éxito del COHEN ART, cuando hasta este domingo la vida me permitía disfrutar del cordial anonimato santafesino, con un vermucito en el vaso y un librito por empezar. Y además, lo hiciste en mala fecha: el 6 del 12, ambos submúltiplos del 36. 6 es media docena, y seis mediadocenas forman el 36!!! el 36 emparentado con el 666. Las tres docenas de la ruleta. Y el vicio desquiciado del quini 6. Juegos que esconden el terrible azar de los dioses. La suerte, la adicción de escape para las ondas vertiginosas del tiempo que se nos ha asignado al amerger al mundo. Y en el 2020 apocalíptico. ¿Acaso soy el único que atiende las consignas de los grimorios? ¿Qué secta ha cooptado tu bauticismo? Te adivino el juego y la traición, Leonel, sé que nada es gratis (y tampoco pensaba pagarte, claro). Ahora ya todos sabrán que además de Ricardo, soy un Ernesto (con su wildeana importancia). Hay un tumulto en la puerta de mi casa, Leonel. Acuden a tu llamado. Son personajes invocados por tu crónica, y reclaman mi urgente presencia: un testigo de Jehová, un vendedor de bolsitas de basura, periodistas de Crónica y de Luis Mino, la murga La Gran Siete, una mujer insinuante que me invita a jugar no sé qué, el cura párroco, la barra brava de Colón, mi curandera de cabecera y un ladrón disfrazado de editorialista...) Adios, Leonel. Me entrego. Lo lograste.

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