BIO | Ernesto Meza en primera persona
OBRA | Reconocimientos. Menciones. Publicaciones...
- Mención de Honor del 9° Concurso Internacional de Poesía y Cuento Casa de la Cultura de San José, Rca. Del Uruguay.
- Certámen para Poetas del Litoral Fluvial José Rafael López Rosas organizado por la Asociación Santafesina de Escritores- Mención.
- 1er. Premio en Poesía 4° Concurso Nacional de Literatura “Inventario de Sueños” Argentina Organizado por el Consejo Profesional de Cs. Económicas de la Provincia de Salta.
- 2da. Mención en Poesía del Concurso Literario “Elda Massoni” 2016 Organizado por el E.R.A. (Escritores Rafaelinos Asociados).
- 2do. premio del Certamen Nacional de Poesía”Hugo Mandón” SADE Santa Fé.
- Participación en la “La Pasión Intacta” organizado por el Museo César Lopez Claro – Santa Fé año 2019
- Segundo Premio del VI Certamen Provincial de Poesía y Cuento Fantástico Leoncio Gianello 2021- Gualeguay. Entre Ríos
- Mención en Poesía – ADEER Asociación de Escritores de Entre Ríos.
- Participación en la V Antología en Honor al Poeta Juan L. Ortiz Organizado por el Ministerio de Cultura de la Pcia. de Entre Ríos y La Biblioteca Popular de Paraná-
- Integrante de la Antología de la SADE Filial Santa Fe 2020 en su 44° aniversario.
- Integrante de la Antología de la SADE Filial Paraná “Abrazo de Agua” 2020
OBRA | Publicación "Los Nardos del olvido"
Autor del libro “LOS NARDOS DEL OLVIDO” habiéndolo presentado en el marco del X Encuentro Latinoamericano de Poetas y Narradores 2019 celebrado en la ciudad de Concordia – Entre Ríos – Abril 2019.Ernesto Meza declaró que "El libro es como una lupa puesta sobre aquellos olvidos que debemos rescatar porque son como un perfume exquisito y muy valioso que debemos respirar. No está escrito en prosa pero tampoco es estrictamente un extenso poema, aunque cuenta con versos que se pueden leer de este modo"
Referidos a la niñez en Concordia.
Me sueño en la memoria de la lluvia.
Amasando el ritmo de la vida que avanza
hay una risa de campanas
y un lagrimear de umbrales en otoño,
un despertar en las orillas de algún sueño:
donde sonaba una clara melodía
en la región onírica del alba.
Y me sueño en la memoria de la lluvia,
tras los cristales brumosos siendo niño,
aquel que fui de pantalones cortos,
con las manitos como dos calandrias
que tejían el arrullo y las plegarias,
con que dejaban sus huellas la inocencia
y en las pupilas el fulgor de estrellas.
Era de canto el aire en su trinar
como el apelativo de aquel rio:
el Uruguay. Del mismo modo
era aquel cielo “de los pájaros”
de mi Concordia hecha de azahares,
de siestas y chicharras,
de arroyos cristalinos,
de arenas con las huellas ardientes del verano
y un pueblo hecho de espigas,
de manos laboriosas que amasaban el pan
en paz y en armonía.
Yo andaba de gurí con el asombro
intacto y estridente hasta el sosiego
que me acunaba en la noche con el sueño.
Eran los días tan interminables,
pero las horas no alcanzaban para echar
a volar todas las risas y las travesuras
de andar entre las calas del olvido,
de jugar un partido en el baldío,
la escarcha en la gramilla con el sol
dibujaba de brumas aquel gol,
y el andador, las escondidas, la placita
las figuritas, el álbum, la bolita
o el bochín con la cafúa o el hoyito
el yoyo hecho de cañas y piolín
el barrilete una granada engalanada
con roncadores y con largos flecos
y el hilo hasta las nubes que hacia panza
con la esperanza de algún seis de enero
cuando el pasto a los camellos de los reyes
y aquel tambor de lata o un barco a velas
ante la espera que en bicicleta pedaleaba.
El billiken era mi filosofía.
La escarapela, la bandera, el himno,
oíd mortales cuando yo era niño
burbujeaba en mi sangre albiceleste
el íntimo orgullo de ser argentino
sentado en un aula con olor a tiza
-en aquel pupitre que tenía un tintero-
de una escuela pública donde yo aprendí
aquellos valores que son esenciales
sin ambigüedades y sin cortapisas.
Olian distinto la goma y el lápiz
el de azul y rojo como mi cuaderno
al que con empeño llegaba el muy bien
el de mi maestra, mi primer amor…
En el barrio Lezca cada tanto un circo.
En el barrio Lezca cada tanto un circo
se alzaba y su magia de brillo hechizaba.
Aserrín de alfombra, la pista redonda.
El malabarista que lanzaba antorchas
de fuego encendidas formando corolas.
El ilusionista mostrando primero
sus manos vacías devolvía palomas
donde había pañuelos de nudos ligeros.
La abuela Sofía.
De mis abuelos son mis recuerdos
como de niebla. Veo a Sofía
que fue la abuela que conocí
por ascendencia de ala materna.
Era una anciana muy conocida
en su tarea de curandera
“nervios cansados, huesos quebrados”
con tres palabras ella podía recomponerlos,
para el “ojeo” con simpatía,
para el “empacho” con una cinta tres antebrazos
como medida del tratamiento,
que era infalible para el enfermo con mucha fe.
Y viene a cuento que era muy culta
Había nacido en el Uruguay,
justo en el Salto con sus riveras
que divisábamos desde Concordia
y se llegaba cruzando el rio.
O a mi adolescencia:
Época de adolescente
“Hubo una ronda adolescente de palabras
y de manos temblorosas como nardos
que celebraban por fin la primavera
de un calendario que perdió sus alas.
Algún amor que anduvo entre magnolias
y un dolorido adiós de inmensa pena
un despertar de estimulante rebeldía
con banderas y emblemas de utopías.”
No es biografía aunque se relata la niñez, la adolescencia, habla de sus padres, de la abuela Sofía, del abuelo Manuel, de los hermanos, de los primos y de algunos sucesos de su historia personal.
“Hubo un balcón, un diario bajo el brazo,
frente al exilio de la secundaria.
Un extraviado rumbo de raíz amarga,
una bahía de barcos sin amarras
y las luces del centro febril de Buenos Aires
en permanente insomnio donde rondaban sueños
cuando el día rara vez amanecía
a la hora en que el gallo no cantaba,
sin embargo colmaban de sonidos el aire
aquellos duendes que la bohemia gobernaban.”
Habla de su querida ciudad de Concordia, de donde partió con su familia por razones
laborales.
“Llevaba el tranvía su lenta y sonora
marcha desde el puerto y sus dos ramales
justo en Gath y Chaves para La Rural
o hacia el cementerio trepando Las Heras.
La calle Entre Ríos con el cine odeón
mirar a Carlitos o a las de Cowboy
aquel Chevrolet del cincuenta y uno
el sentirme un santo con mi comunión.”
"Un recorrido a través de las décadas con el vértigo propio de los cambios culturales, el avance tecnológico. Habla del aula con olor a tiza de la escuela primaria, del gordo de Navidad de la Agencia Ojeda, de los circos, la rayuela, del Hidroavión que llegaba al club Regatas, de los cumpleaños de quince, el teatro, las murgas, la literatura, los modelos de automóviles, las modas en el vestir, del amor adolescente, de la Escuela de Comercio, del Servicio Militar, de la facultad, del Mayo Francés, los modelos de hacer política, de las películas en el Odeón o el San Martín a sala llena, del buzón de correos, de la estación de trenes, del fenómeno Hippie, de los Beatles, de los triunfos deportivos, de las canciones más escuchadas en las distintas décadas, de los libros, de Vietnam, de los golpes de estado, de la Gruta de Lourdes. De los tiempos felices y los oscuros de una larga noche de dictadura y genocidio, de la vuelta a la democracia, la esperanza, los nuevos paradigmas y la vida que nos mira pasar como un torrente heredero de la lluvia y que marcha hacia un destino tan anchuroso como el mar."
“En aquel sesenta y nueve todo era diferente,
la pobreza que existía conservaba todavía
los valores de familia, y también de honestidad,
el respeto por lo ajeno, en la villa era un código de honor,
y ni hablar del ejercicio de la solidaridad.
La movilidad social de algún modo era posible;
conseguir algún trabajo, desarrollar un oficio,
saltar el muro que impone la exclusión y el desamparo
dependía del esfuerzo que cada cual ofreciera
y era el asistencialismo un tema desconocido.”
Es memoria viva de épocas oscuras:
“Fue una etapa siniestra de muerte irreparable
de balas y de sangre que sobrevino al golpe
militar con Videla, con Agosti y Massera.”
"Es también una crónica que nos transporta a los sucesos más relevantes que sucedieron en el mundo. Es un testimonio vivo dicho en primera persona. Y es también el relato de las vivencias de una generación maravillosa que vivió los acontecimientos más vertiginosos de la historia reciente.
Las costumbres, las modas de otras épocas, los mandatos sociales, los paradigmas que han ido cambiando y tal vez evolucionando a través de todos estos años. Todo esto y algunas cosas más se pueden encontrar en este libro."
EXTRA | Poesía (inédita)
Los Poetas
Los pájaros ignoran
el porqué de su canto
y el poema no sabe el porqué de su vuelo,
poeta de la luz enceguecida
quiero correr hacia tu desconsuelo,
hacia el sonido de tu voz que suena en la intemperie de la idea
en la encrucijada del silencio.
Porque fue necesario para el hombre
desentrañar el fuego y el lenguaje
justo detrás del trueno y la palabra,
la secreta hermandad de las raíces , los eclipses de asombro milenario
las ancestrales escamas del olvido
y en los acantilados de la noche donde naufragan los dolidos sueños
encendió el fuego del primer poema
y hubo un rescoldo inextinguible de metáforas
y un pentagrama de sílabas sonoras
en el acorde de un si bemol hecho de voces
y de juglares anónimos en plazas medievales
y lunas con sus noches peregrinando sueños,
poetas desvelados
a la orilla del alba,
poetas encendidos de fragua encandilada
poetas que escribieron renglones de cenizas
o nunca publicaron
sus poemas sin prisa,
poetas del otoño venidos desde Oriente
poetas perseguidos
poetas torturados
poetas maldecidos
poetas fusilados
poetas aplaudidos
poetas olvidados
poetas del exilio
poetas de la métrica como una sinfonía
poetas de la rima como un vaivén de olas
que danzan en la arena
poetas con palabras paridas en el sueño
inútiles poetas cargados de utopías
que habitan los subsuelos vacíos de cordura
pues no hay ninguna deshonra en la locura
porque es bueno de poetas y de locos
que haya un poco de delirio
dormido en cada verso
y que el dejarse ser hablado del poeta
por la poesía que le dicta en sus oídos
los huérfanos rumores que suenan sin palabras
o con palabras que se ensanchan
despiertan, reverdecen;
que nombran al presagio del trueno en un relámpago
o nombran todo aquello
que transita los pliegues callados del lenguaje,
esqueletos de sílabas
con palabras que emigran y atraviesan los trópicos
y vuelven al sereno follaje de los libros
para cantarle al vuelo dormido en el silencio.
Mi esencia
Ha de durar el sitio donde duerme la piedra
mucho más que el recuerdo del penúltimo olvido
y de la casa antigua de mi primer asombro
y de mi último cielo inundado de estrellas.
He de esperar paciente con mi tiempo de arena
la tardanza del rio de mi sed demorada
con su lecho de piedra y memoria de escamas
su andamiaje de lluvia y su canto de espumas.
Ha de llegar el día de encontrarme conmigo
saludarme con toda la cordial simpatía,
darme cuenta que he estado aferrado al deseo
sin descubrir que soy la luz de mi conciencia.
Talvez marcharse sea un empezar de nuevo
soy parte de este plan que mueve el universo
soy esencia vital por el espacio tiempo
guardado en este instante hecho de sangre y vida.
Soy un rio
A veces soy un río con tatuajes de lunas
y de húmedas estrellas que brillan solitarias,
pero que sin embargo están en todas partes
a lo largo del cauce cuando los ojos miran.
Me atraviesan auroras y el canto del rocío,
algún lirio silvestre perdido entre la espuma,
remanso que en la bruma enhebra sus palabras
y memoria de arena dormitando en la playa.
Soy rio porque guardo escamas en el alma
y el esqueleto antiguo de una barca de olvido
y nubes que en el cielo se alejan en silencio
volviéndome la lluvia de nuevo a mis entrañas.
Voy transitando lento el caudal de los días,
me habitan como peces los peregrinos sueños
conozco mi destino de mar inexorable
inmenso, prodigioso, eterno, liberado.
NOVELA | “EL CARGADOR DE BOLSOS” (inédita)
Era un día gris allá en los confines del sur, trepando desde el almanaque los últimos peldaños del verano de un febrero tibio, cuando de cara a la luz difuminada del fin del mundo, largó su primer llanto de recién llegado, que de inmediato se escuchó por los pasillos de la Clínica de Los Infantes de La Nieve donde acababa de nacer justo en el mismo momento en que, desde el cielo, una esfera candente de roca envuelta en llamas atravesó la aurora austral, sobrevoló buena parte del continente a dos mil grados centígrados de temperatura y se vino a incrustar en el glaciar de Los Diluvios Congelados en el lado oeste de la Provincia del Olvido, dando lugar a un fenómeno increíble por el efecto del contacto entre dos temperaturas extremas, y fue entonces que el ventisquero quedó todo iluminado por dentro con el hielo convertido en llamas como una antorcha gigante o una inmensa lámpara iluminando desde abajo todo el cielo olvidado durante el término de tres días con sus correlativas noches. Con peces transparentes que volaban ávidos hacia el mar, con las sonrisas fosforescentes de los delfines liberados de sus jaulas de hielo, con tiburones hostiles deslizándose por la nieve y mujeres con sus pechos de cristal saliendo de las murallas encendidas y arrojándose a las gélidas aguas envueltas en una sinfonía de escarcha para despertar aquel silencio austral y milenario, dormido sobre el lecho pétreo del glaciar de los diluvios ancestrales.
Acababa de nacer el niño que sería presidente honorable del país más austral de la tierra y nunca jamás podría ser olvidado por mandato supremo de los pueblos soberanos de la historia.
NOVELA | “VISITANTES DEL PARAÍSO” (inédita)
Cuando llegaron al final del pasaje, se encontraron con la visión más extraordinaria jamás vista y nunca imaginada, sus ojos se llenaron de una gran luminosidad, proveniente de un portentoso sol alumbrando en toda su plenitud, como nunca antes lo habían visto, colmándolo todo con sus rayos de luz, que llegaban a cada espacio de todo ese cielo diáfano y sin nubes. Un resplandor tan intenso que no podían comprender la existencia de ese otro cielo, cuando se habían alejado tan solo algunos pocos pasos del lóbrego mundo que ellos habitaban.
En ese nuevo cielo un sinnúmero de aves brillantes como las que les habían señalado el camino y otras de diversos colores sobrevolaban un inmenso valle con laderas colmadas de vegetación de la más amplia variedad, con árboles y arbustos conteniendo los frutos más diversos y desconocidos, matorrales atiborrados de flores exóticas, hierbas de distintas formas, tamaños y aromas agradables, arroyos descendiendo desde las laderas con aguas claras que bajaban hasta un inmenso lago con los atributos propios de un mar dentro del valle. Todo aquel paisaje era de una sublime y total armonía. Los homínidos se quedaron ahora sí, verdaderamente sin ninguna de las pocas palabras de que disponían.
CUENTO | “LA REBELIÓN DE LAS PALABRAS” (inédito)
El Ministerio de Cultura y Lenguaje Oficial dictó la siguiente resolución: “Llegados a esta altura de desborde verbal incontenible, donde se usan palabras nocivas y que en nada contribuyen con el buen uso del lenguaje que debemos custodiar, este Ministerio cumple en informar que a partir de hoy llevaremos adelante una campaña contra el mal uso de las palabras”.
Se publicó en el boletín oficial y lo anunció la propia presidenta de la nación por twiter. A algunos la noticia les cayó bien a otros muy mal. Es que para algunos la medida significaba quitarles la mitad del lenguaje que usaban o incluso más.
La campaña tubo comienzo. Primero se atacó a las malas palabras que ya estaban escritas y resultaban indudablemente groseras, se decomisaron tres desvergonzadas ediciones de los diarios de mayor tiraje.
Los graffitis fueron el segundo objetivo, difícil por cierto. Cuadrillas de voluntarios del gobierno salieron a las calles de las principales ciudades con picos, papel de lija, pintura, espátulas y bidones de lavandina. En la mayoría de las inscripciones de las paredes de edificios, muros, veredas, garajes, postes de luz, vagones de subterráneos, baños públicos y cualquier otro espacio visible que hubiera, había una que otra expresión guaranga y transgresora. Hasta algunas expresiones se tomaron la atribución de ser escritas en verso, sobre todo en los baños.
Más difícil resultó con las bibliotecas públicas. Detectar malas palabras escritas en libros requería al menos una rápida ojeada a cada ejemplar, exceptuando por supuesto a la biblia. En las novelas o incluso en algunos poemarios se las encontraba con cierta frecuencia sobre todo si eran publicaciones de los últimos diez o veinte años donde se había vuelto casi una epidemia el uso de terminología ordinaria y chabacana habiendo descendido en caída libre la cultura en general.
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Esperamos hayan disfrutado el avance del presente artículo, si es así los invitamos a dejarnos su #MeGusta, #Reacción y/o/a darle #compartir en sus redes sociales para difundir nuestro trabajo, pero sobre todas las cosas para darle promoción a la maravillosa obra de Ernesto Meza. Tiene una característica obra de la que hay mucho por conocer. ¡Buena vida luchadores!
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